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Evaluación Psicológica Infantojuvenil: Un Proceso Científico e Integral

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La evaluación psicológica en niños y adolescentes es un proceso sistematizado y estructurado, que implica una serie de pasos ordenados y una toma de decisiones clínicas fundamentadas. Este proceso cuenta con un inicio y un fin claramente definidos y requiere la formulación y contrastación de hipótesis para comprender con mayor precisión la situación del menor y orientar adecuadamente la intervención.

En palabras de Fernández-Ballesteros (2014), la evaluación psicológica es un proceso descriptivo-predictivo, cuyo objetivo no solo es entender lo que está ocurriendo, sino también anticipar riesgos o posibles desenlaces, y tomar decisiones clínicas o educativas pertinentes.

Fases del proceso de evaluación

Fase 1. Recolección inicial de información

Esta primera etapa consiste en especificar la demanda, es decir, transformar enunciados vagos como “es muy inquieto” en preguntas clínicas concretas y claras. Se recoge información desde diversas fuentes, tales como padres, escuela y otros cuidadores.

Las herramientas utilizadas incluyen entrevistas iniciales, anamnesis, observación directa, revisión de antecedentes y cuestionarios. El objetivo principal es construir una comprensión ecológica del caso, considerando aspectos cognitivos, emocionales, comportamentales y contextuales que rodean al niño o adolescente.

Fase 2. Formulación de hipótesis y deducción de enunciados verificables

Con base en la información obtenida, se formulan hipótesis clínicas que expliquen la problemática observada. Luego, se deducen enunciados verificables, es decir, se determina qué pruebas o instrumentos serán aplicados para contrastar dichas hipótesis.

Por ejemplo: “Creo que presenta síntomas compatibles con ansiedad por separación”, que se puede verificar mediante observación directa, escalas específicas y entrevistas.

Tipos de hipótesis y supuestos en evaluación

  • Supuestos de cuantificación: Evaluación de la frecuencia, intensidad y duración de los síntomas.

  • Supuestos de semejanza: Comparación con criterios diagnósticos establecidos. Ejemplo: tristeza, cambios en el apetito y pérdida de interés para diagnosticar depresión.

  • Supuestos de asociación predictiva: Relación entre síntomas y consecuencias funcionales. Ejemplo: hiperactividad y bajo rendimiento escolar.

  • Supuestos de asociación funcional: Determinación de si la conducta se debe a falta de habilidad, trastorno o ganancia secundaria. Ejemplo: dificultad para leer debido a un trastorno, falta de estimulación o como forma de evitar la escuela.


Fase 3. Aplicación de pruebas e integración de información


En esta fase se aplican pruebas psicométricas, proyectivas, cuestionarios y técnicas de observación, recogiendo información desde múltiples fuentes: padres, maestros y el propio niño o adolescente.

El análisis integrador de los resultados toma en cuenta el desarrollo, la cultura y el contexto del menor, garantizando una visión amplia y comprensiva.


Modelo PETA para clasificar los hallazgos


El Modelo PETA, desarrollado por el Mtro. Eduardo Sánchez Reséndiz a partir de su experiencia clínica y docente, es una herramienta práctica para organizar los hallazgos clínicos. Este modelo ayuda a evitar diagnósticos apresurados y promueve una mirada respetuosa del desarrollo infantojuvenil.

El acrónimo PETA refiere a cuatro áreas clave que permiten clasificar las dificultades observadas:

  • Problemas psicológicos

  • Esperando para la edad

  • Temperamento

  • Adaptativo


Esta clasificación facilita la diferenciación entre síntomas clínicos reales y conductas que pueden ser expresión del desarrollo evolutivo, estilos de crianza o características temperamentales propias del niño.

Fase 4. Devolución de resultados y psicoeducación

El proceso culmina con la integración diagnóstica, construyendo hipótesis funcionales claras. Los resultados se comunican al niño, la familia y la escuela de forma clara, empática y útil, a través de informes orales y escritos.


Esta devolución no es solo un informe, sino una oportunidad para empoderar, educar y fortalecer el vínculo entre los sistemas que rodean al niño, favoreciendo su bienestar integral.



Conclusiones

La evaluación psicológica en niños y adolescentes es un proceso fundamental y complejo, que requiere un enfoque integral, científico y humano. Seguir una metodología clara y estructurada, como la presentada, permite obtener diagnósticos más precisos y evitar intervenciones innecesarias o erróneas.

Incorporar herramientas como el Modelo PETA aporta un enfoque respetuoso y contextualizado, esencial para comprender la diversidad y singularidad de cada menor. Finalmente, la devolución de resultados debe ser una instancia de colaboración y psicoeducación que fortalezca los sistemas de apoyo del niño y promueva su desarrollo saludable.


 
 
 

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